Willy-Willy, así denominan a los huracanes en estas tierras.
El viento sopla fuerte ahí fuera, por lo que dicen en las noticias a más de 125km/h. No seré yo quien lo compruebe. Sofá, manta, y peli. Aunque será difícil, la electricidad hace rato que me abandonó. ¿Son seguras estas casas prefabricadas? ¿No se irán a la misma velocidad con la que llegan y se establecen? Todo se mueve... Por momentos siento que saldré volando y aterrizaré en alguna hoguera de San Juan.
En fin, el invierno ha llegado, y como se suele decir lo ha hecho por la puerta grande. Vamos tarde con las previsiones... Todavía no hay leña en el garaje y la ropa de abrigo se queda corta. Pero aún queda mucho frío por llegar, aún estamos a tiempo de sobrevivir.
Y ya que he empezado a hablar de los huracanes, seguiré un poco más. Es curioso los diferentes significados que puede tener una palabra dependiendo del lugar donde te encuentres. Por lo visto, algunos investigadores creen que el término "hurakán" llegó a Europa en boca de los marineros de Cristobal Colón (casi nada!!). Ellos lo tomaron prestado, (seguramente sin permiso, como todo lo demás), del maya-quiché. Uno de sus dioses era denominado "Hurakán", nacido del corazón del cielo, para dominar el trueno, el rayo, los vientos y las tempestades. Hoy le rezaré a él. Le pediré que me proteja, y que aleje toda su fuerza de esta casa de "corta y pega".
Pasó la noche de San Juan, olvidamos quemar las tristezas y pedir nuevos deseos. Dejaremos el pequeño ritual para el día que estrenemos la chimenea, el fuego nos traerá la energía suficiente para alcanzar próximas metas.
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